El actual campeón de Bicicrós de Cali es un joven pujante del Tobías Emanuel
La humildad y la sencillez se reflejan en su mirada y en cada palabra que pronuncia; y la tranquilidad es quizá una de las cualidades que más podrían describirlo. Él es Juan David López Fajardo, un joven alto, delgado, trigueño y con un semblante que emana armonía y neutralidad; caleño y con 19 años de edad (actualmente campeón de bicicrós) es un joven callado, analítico y reservado con sus familiares y las personas que están a su alrededor.
Actualmente vive con su mamá y su segundo esposo, y cada instante de su vida lo ha rodeado el cariño y entrega de su familia. Por un instante, podría creerse que todo en la historia de este chico ha sido color de rosa y que su calidad de vida ha sido igual que la de otras personas, pero la realidad es todo lo contrario.
A los 18 meses de edad, Juan David comenzó a tener los primeros quebrantos de salud, que poco a poco irían agravándose. Por esa época desarrolló varios episodios de convulsiones que se, durante 9 años, se le presentaban aproximadamente unas 2 o 3 veces por año. Sin embargo, tras curarse de las convulsiones, un enlentecimiento leve y otras pruebas se le pondrían en medio del camino.
El deporte siempre ha sido su mayor pasión, y además siempre demostró cualidades de ser un buen deportista y un gran competidor, pero a sus 4 años de edad tuvo una necrosis vascular en el fémur izquierdo que impedía que la sangre se distribuyera correctamente por esa parte de su cuerpo, y fue así como debió someterse a una cirugía de la que se recuperó con éxito aproximadamente en 1 año.
Juan David había salido victorioso de la necrosis, pero ahí no terminaba lo delicado de su historia. Al cabo de 2 años, presentó un trastorno autoinmune conocido como el Síndrome de Guillain Barre, que afectaba su sistema de defensas progresivamente, y poco a poco paralizaba los músculos de su cuerpo. pero un tratamiento intensivo con inmunoglobulina hizo posible que hubiese una recuperación exitosa.
El síndrome de Guillain Barre fue una afección más de la que Juan David se recuperó, pero no fue la última, pues entre sus 9 y 10 años de edad tuvo otro quebranto que comprometió aún más su salud; de un momento a otro, sus defensas, plaquetas y leucocitos empezaron a disminuir, y los médicos descubrieron que se trataba de una aplasia medular, una enfermedad que conllevaba a una insuficiencia de su médula y una severa disminución de todos sus sistemas de defensas. Por 2 meses tuvo que permanecer totalmente aislado del exterior y de cualquier bacteria que pudiese complicar su estado de salud, y durante varios años fue un paciente potencial para ser beneficiario de una donación de médula, sin embargo, no pudo recibir el trasplante de médula a falta de un donante; no obstante, al punto que los médicos atribuyen su mejoría a un gran milagro, y bajo esa última palabra (milagro) decidieron reconocer y recordar a Juan David.
Beatriz, la mamá de Juan David, es una mujer serena, fuerte y luchadora, que, con mucha seguridad en sus palabras y acciones, ha ido en contra de lo que probablemente han querido hacer con su hijo (limitarlo a la posibilidad de no curarse, o a estar sujeto a lo que el sistema de salud colombiano puede brindar).
Decidió insistir en que dejaran retomar el deporte a su hijo, en suspenderle los medicamentos cuando superó las convulsiones, en buscar un lugar de estudio apropiado para él por su ritmo de aprendizaje, y además, ha enfrentado las dificultades con valentía y mucha fortaleza.
Con la misma dedicación con que defendía la vida de su hijo, trataba que su calidad de vida fuera lo más cercana posible a la de muchas otras personas, y fue de esa forma como ella misma tomó la determinación de educarlo en casa, para tratar de no retrasar su proceso formativo y académico mientras su salud le permitía regresar al colegio.
La educación del joven fue diferente. Aunque estuvo en varios colegios (como el Leonístico o La Misión) y en institutos para personas con discapacidad cognitiva, no pudo aprender apropiadamente lo que se le enseñaba, e incluso tuvo un retroceso en su proceso de aprendizaje; sin embargo, cuando su mamá lo inscribió en el Instituto Tobías Emanuel, ambos pudieron ver “la luz al final del camino” como lo relata la misma Beatriz.
El que fue alguien tímido, asocial y bastante temeroso, poco a poco se convirtió en un joven que comprendía que todas las personas eran diferentes; que interactuaba con todos por igual, y que prácticamente sacó a flote su verdadera personalidad y su espíritu de vencedor.
Participó activamente de todas las actividades del ITE, le gustaba estar allí porque entendía a otros jóvenes con discapacidades cognitivas, culminó su bachillerato en un instituto acelerado junto con la ayuda de sus profesores del Tobías, y sintió que tenía una misión especial para cumplir.
Además, hizo parte del programa de Educación para el Trabajo, y ese fue uno de los grandes pasos que le ofreció muchas posibilidades: durante un año, y como parte de unas pasantías, hizo parte del Grupo Éxito, una compañía que lo vinculó en labores de bodega y almacén, y que, además, tuvo un gran interés por apoyar incondicionalmente su mayor pasión: el bicicrós.
Aquel deporte extremo de gran exigencia y compromiso no fue problema para Juan David, quien esboza en su rostro una sonrisa que solamente dicha deporte podría producirle; la misma sonrisa que ha compartido junto con personalidades como Mariana Pajón, y que muestra en cada una de sus competencias, en las que la agilidad y las emociones fuertes tienen el primer lugar, y qué decir de la rapidez con la que sobrepasa a sus contrincantes a lo largo del terreno, según relata su mamá.
El joven ha participado en diferentes escenarios locales, regionales y nacionales, y el más reciente de ellos es la Copa Santiago de Cali, en la que resultó campeón; un campeón que, sin duda, ha sobresalido más allá del deporte.
Un campeón de vida que ha demostrado a lo largo de su camino que ninguna barrera ha podido detenerlo, sumado a la berraquera de su madre, una mujer que “le ha hecho el quite” a todas las dificultades que han pasado, también con una gran sonrisa, la misma con la que invita a todas las madres y personas en general a no dejar derrumbarse por las dificultades sin importar lo fuertes que sean. Esta historia demuestra que la fe mueve montañas, y que, sin duda alguna, todo es posible.
Actualmente, Juan David está en busca de patrocinio para lograr alcanzar sus metas deportivas, para mayor información pueden contactar a Beatriz Fajardo al Celular 321 6309994.
Historias de Valientes, Instituto Tobías Emanuel