Se trata de la ausencia de estimulación en el desarrollo humano y por ende, de una potencial causante de trastornos en la evolución de la personalidad, el aprendizaje y la socialización de los niños.
Científicamente hablando y basados en un estudio del Hospital Infantil de Boston publicado por la revista SCIENCE, está comprobado que el aislamiento evita que maduren las células que forman la materia blanca del cerebro, y que se produzca la cantidad adecuada de mielina en las fibras nerviosas.
Caer en este déficit es generar una complicación, ya que la mielina es esencial para la velocidad y la eficiencia de la comunicación entre las diferentes áreas del cerebro. La disminución de la mielinización puede explicar los déficits sociales y cognitivos.
Eso resulta ser una complicación en el desarrollo evolutivo de los niños. Aquellos que sufren negligencia grave y aislamiento social, experimentan impedimentos cognitivos y sociales en la edad adulta.
Esta deprivación ocurre fuertemente en las comunidades, familias y personas en situación de vulnerabilidad. Se acrecienta con el paso del tiempo. Entre mayor aislamiento social, su recuperación es más difícil y se ve reflejado en factores como la falta de participación en las instituciones sociales, la notable marginalidad, dependencia, desamparo y sentimiento de inferioridad frente a los otros grupos sociales y el evidente retraso de muchos niños, jóvenes, e incluso adultos, respecto a los de su edad.
Evitar estas y más consecuencias depende del adulto a cargo. La clave está en la percepción de las situaciones y la anticipación de las mismas. Ayudar al niño a percibir que sus conductas tienen determinados efectos y a anticipar los acontecimientos de la vida diaria, es un buen comienzo.
Proporcionarle un ambiente estable y rutinas de la vida diaria (alimentación, aseo, etc.), también es conveniente, al igual que emplear claves o señales que le permitan diferenciar una situación de otra e insertar distintas rutinas de juego.
Las personas que presentan deprivación sociocultural tienen más probabilidades de ser diagnosticados con discapacidad intelectual. Evitarlo es posible y necesario, ya que no hacerlo es generarles a los niños una acumulación de desventajas para su vida.
La deprivación sociocultural puede llegar a causar desigualdad, antagonismo y conflictos en la vida cotidiana que, por esas mismas condiciones de vida, fácilmente podrían traducirse en violencia y agresión.