Para muchas personas, la inclusión social hace referencia a un llamado para que tengamos en cuenta a quienes han sido excluidos bajo diferentes apreciaciones, haciendo énfasis en la diferencia, pero ¿Qué pasa cuando quienes no clasifican en esta perspectiva pasan por momentos en donde necesitan ser incluidos?
Llegar a un nuevo espacio laboral, No contar con habilidades que son admiradas en algunos espacios, Los jóvenes que tratan de encajar en grupos, No conocer los códigos de comportamientos ante determinadas situaciones o vivir en otro país son situaciones comunes ante las cuales muchas personas se pueden sentir excluidas, algo para lo cual seguramente no están preparadas, pero nos hacen notar la necesidad del ser humano de encontrar alternativas para hacer parte de esos espacios, para estar incluidos socialmente.
Entonces pasamos de ver el término inclusión social más allá de ámbitos especialistas, y empezamos a relacionarlo con una necesidad humana, que nos permite la integración y el reconocimiento como parte de un grupo, como personas reconocidas y que conformamos una comunidad, por eso, la relevancia de llevar la inclusión social a diferentes espacios, generando una sensibilidad hacia el tema, algo por lo que el Instituto Tobías Emanuel cuya labor se trata de hacer de la inclusión social de personas con discapacidad cognitiva e intelectual una realidad.
Paola Andrea Loaiza Parra, Coordinadora del Programa de Apoyos para la Vida Independiente del Instituto Tobías Emanuel, explica que la Inclusión Social empieza desde las familias, más que un concepto de especialistas es un aspecto que hace parte de la vida cotidiana de todos, y para las personas con discapacidad intelectual y cognitiva, fortalecer la inclusión es generarles reconocimiento, participación, respeto por su individualidad y por su habilidades adaptativas frente a diferentes situaciones de la vida cotidiana, como sucede con otras personas, porque todos estamos sujetos a la necesidad de adaptarnos, ser aceptados y saber reaccionar frente a varias condiciones.
A pesar del enfoque de inclusión social que se ha generado más allá de las organizaciones y grupos de investigación, para algunas personas con discapacidades cognitivas e intelectuales, la inclusión social no ha sido posible o les ha costado de un largo camino, debido a factores familiares que no han permitido el reconocimiento de esta necesidad, puede suceder por desconocimiento hacia las discapacidades o por sobreprotección que en muchas familias, se llega a la deprivación, que como lo explica la trabajadora social Paola Andrea Loaiza Parra, es “La ausencia de estimulación en el desarrollo humano y por ende, de una potencial causante de trastornos en la evolución de la personalidad, el aprendizaje y la socialización de los niños”.
Para corregir la deprivación es necesario que la familia sea consciente de las necesidades y realidades de las personas con discapacidades intelectuales y cognitivas, reconozcan las posibilidades de lograr un mejor desarrollo por medio de terapias y prácticas en las cuales sean activos y cuenten con el acompañamiento familiar, a fin de mejorar sus posibilidades de aprendizaje y participación fuera de otros espacios ,creando vínculos con otras personas, y así reconocer sus habilidades sociales y adaptativas.
Las familias deben superar procesos en la crianza de los niños con discapacidad, participar en grupos de apoyo, consultar instituciones, reconocer de qué se trata la discapacidad más allá de lo físico y mantener un permanente contacto con aspectos que ayuden al adecuado desarrollo de los niños a fin de generarles confianza en las actividades que emprenden y los retos que enfrentan cada día como parte de procesos de inclusión social.