“En el Tobías Emanuel encontré el impulso que necesitaba para lo que quería en mi vida”

Historias de Vida

Liceth Valencia vivió unos años muy especiales en el Instituto Tobías Emanuel al que llegó luego de experiencias en otras instituciones. Ese tiempo que compartió en nuestra Educación para el Trabajo ha sido determinante en su vida: ¡encontró su pasión por la cocina!

Lo cuenta muy emocionada mientras realiza sus labores de practicante en el Liceo Tacurí. A sus 17 años, Liceth inició esta experiencia, que también es la primera incursión en Inclusión Social de dicha institución escolar. “Acá he aprendido más cosas. Antes no sabía cómo era hacer comida y jugo para tantas personas. Ahora lo hago y me gusta. Por eso pienso estudiar gastronomía y hacer otro curso de pastelería”, cuenta.

Eso tiene que ver con el gusto que desarrolló por las labores culinarias durante su paso por el Instituto Tobías Emanuel. “Al principio no quería ir. Llegué luego de pasar por otros colegios en los que siempre repetía el año. Al Tobías fui por experimentar. Me costó adaptarme y ya después no quería salir de ahí. Sentía que avanzaba. Mis papás también vieron mi evolución”.

Su diagnóstico habla de problemas de aprendizaje, lectura y escritura. También de trastorno mixto de habilidades escolares y de dificultad para expresar opiniones y emociones de manera instintiva. Dentro de lo que aprendió, fue clave la experiencia en la etapa de Panadería/Pastelería: “Tenía compañeros muy amistosos y muy buenos profesores. En el Tobías Emanuel encontré el impulso que necesitaba para lo que quería en mi vida. Me gustó mucho joyería, pero me gusta más la cocina”. Eso lo ha podido disfrutar durante su paso en el Liceo Tacurí.

Tobías Emanuel
Liceth Valencia con sus compañeras en el Liceo Tacurí

El paso de Liceth Valencia por el Instituto Tobías Emanuel

Lo recuerda el profesor Rodrigo López, Instructor de panadería y pastelería: “Al ingresar era bastante tímida. Al principio solo logró relacionarse con una persona, pero poco a poco fue involucrándose en el proceso formativo y de acompañamiento. Siempre mantenía todo muy organizado y limpio. Le gustaba preparar cremas y trabajar el moldeado. Al momento de graduarse, su cambio se notó significativamente gracias a que socializaba y compartía con sus compañeros. Ella es un buen recurso de trabajo, es una persona muy comprometida, fiel, leal, con excelente actitud”.

Eso mismo lo han notado en el Liceo Tacurí. “Acá nunca habíamos tenido personas que aprendieran de una manera diferente. Con ellas ha sido más difícil, pero los compañeros se han ido habituando a eso. Con el tiempo van desarrollando las actividades de forma individual y sin necesidad de ayuda (…). A Liceth no le da pena atender público. Nos ayuda en eso”, dice Vanessa Gómez, ingeniera de alimentos y ecónoma que administra el restaurante del Liceo.