La discapacidad cognitiva o intelectual, definida por la Asociación Americana de discapacidades intelectuales y del desarrollo (AAIDD), se refiere a limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en la conducta adaptativa, tal y como se ha manifestado habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas.
Esta discapacidad se origina antes de los 18 años y causa anomalías en el proceso de aprendizaje. Las habilidades intelectuales se adquieren de forma tardía o a veces incompleta, generando limitaciones en el desarrollo humano.
Para reconocerla se necesitan opiniones profesionales. Ellas darán un diagnóstico preciso sobre la misma, pero también existen señales que pueden anticipar una posible discapacidad cognitiva en los niños. Incluso se puede detectar antes del nacimiento, a partir de exámenes especializados (amniocentesis, por ejemplo).
Después del nacimiento, las señales empiezan a darse por desarrollos inusuales en cuanto a tiempo respecto a la edad del niño o niña. De ellas pueden percatarse sus familiares. Son:
- Cuando no sostiene la cabeza después de los 4 meses de edad.
- Duerme mucho, es perezoso para comer, se queda en la misma posición al acostarlo, muestra poco interés por los juguetes, su crecimiento y aumento de peso es lento.
- Imposibilidad para sentarse solo después de los 8 meses.
- Dificultad para mantenerse en pie después de los 11 meses.
- Si a los 12 meses no es capaz de pronunciar palabras o las dice con dificultad.
- Problemas para caminar sin apoyo después de los 17 meses.
- Y, además, cuando el niño ya tiene más de 5 años y le cuesta trabajo hacer actividades de razonamiento lógico.
Esos son algunos criterios a tomar en cuenta. Si se observan al menos dos de ellos en el niño, la recomendación es acudir a un médico especialista. Se deben reportar esas señales que pueden estar indicando alguna dificultad y que requiera de una estimulación de desarrollo.
Lo anterior no es una regla general. Dichos tiempos no siempre son exactos. En todos los casos hay que evaluarlos según el contexto y hay que tener en cuenta múltiples factores. Por ejemplo, si el niño tiene una hipotonía severa probablemente tenga dificultades en su desarrollo motor y esto no quiere decir que tenga discapacidad intelectual.
También hay niños que logran todos esto hitos del desarrollo en tiempos normales y luego tienen discapacidad intelectual. Dicho listado hace parte de señales de alerta a las que se debe prestar atención y que sugieren la búsqueda de ayuda profesional.
De cara a establecer un diagnóstico, el funcionamiento intelectual es frecuentemente conceptualizado y entendido por medio de un factor general de inteligencia. La inteligencia es una capacidad mental general. Incluye el razonamiento, la comprensión de ideas complejas, el aprendizaje rápido y el aprendizaje a partir de la experiencia.
Las limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual como criterio diagnóstico de discapacidad intelectual constituyen una puntuación de CI que se encuentra aproximadamente dos desviaciones típicas por debajo de la media, teniendo en cuenta el error típico de medida de los instrumentos utilizados para su evaluación, así como sus ventajas y limitaciones.
La definición de la Asociación Americana de discapacidades intelectuales y del desarrollo (AAIDD) va acompañada de unas premisas que clarifican el concepto:
- Las limitaciones en el funcionamiento presente deben considerarse en el contexto de ambientes comunitarios típicos de los iguales en edad y cultura.
- Una evaluación válida ha de tener en cuenta la diversidad cultural y lingüística, así como las diferencias en comunicación y en aspectos sensoriales, motores y conductuales.
- En una persona, las limitaciones coexisten habitualmente con capacidades.
- Un propósito importante de la descripción de limitaciones es el desarrollo de un perfil de necesidades de apoyo.
- Si se mantienen apoyos personalizados apropiados durante un largo periodo, el funcionamiento en la vida de la persona con discapacidad intelectual, generalmente mejorará.