Entendiendo que no hay un solo tipo de discapacidad y que cada una se manifiesta de forma diferente en cada persona, explicamos en qué consisten estas clasificaciones:
Cuando hablamos de discapacidad intelectual nos referimos al término que reemplaza al de retraso mental como parte del cambio en el lenguaje para referirnos hacia las personas que tienen esta condición. La discapacidad intelectual es una limitación en el funcionamiento intelectual y en el adaptativo que se manifiesta en la dificultad para desarrollar habilidades conceptuales, sociales y de adaptación al entorno, limitaciones que coexisten con otras las cuales pueden desarrollarse a través de una buena intervención.
Las causas de la discapacidad intelectual son variadas, desde cuestiones relativas al desarrollo cromosómico, como en el caso del Síndrome de Down, hasta infecciones, desnutrición severa, traumatismos, dificultades en el metabolismo, entre otros, y aunque desde hace varios años se ha clasificado la discapacidad intelectual según “niveles” como ligero, moderado, severo o profundo, según los resultados de pruebas psicométricas, lo recomendable ahora es utilizar enfoques multidimensionales y más centrados en el entorno, que el foco de la intervención sea la evaluación y el desarrollo de habilidades no solo cognitivas sino también sociales (por ejemplo, la conducta adaptativa), de autocuidado (como la higiene y los hábitos) y para la vida práctica (independencia en la movilidad, relaciones con otros). Tradicionalmente, cuando se ha determinado la discapacidad intelectual por niveles, se explica de esta forma:
Discapacidad intelectual leve:
Se caracteriza porque quienes la tienen se sitúan entre 50 y 70 de Cociente Intelectual presentando un retraso cognitivo y una ligera afectación del campo sensoriomotor, son personas capaces de hacer parte del sistema educativo, formarse e incluso tener actividad profesional, eso sí, su aprendizaje lleva muchísimo más tiempo que el de otras personas.
Discapacidad intelectual moderada:
Este nivel, que se sitúa por debajo de 50 en cociente intelectual, lo que genera la necesidad constante de una supervisión, tanto en la educación como en el trabajo, aunque, con mucha terapia pueden tener cierto grado de autonomía.
Discapacidad intelectual grave:
Es cuando el Cociente Intelectual se haya entre 20 y 35, haciendo que quienes la padecen necesiten de una constante supervisión, ya que casi siempre se presenta con daños a nivel neurológico. Esto hace que el individuo tenga habilidades reducidas, poca o nula compresión lectora y numérica. Aquí, normalmente las personas se comunican con holofrases. Legalmente se les considera incapaces de tomar sus propias decisiones.
Discapacidad intelectual profunda:
Es uno de los más infrecuentes, y es el de los diferentes tipos de discapacidad intelectual el más temido por los padres, pues quienes la padecen tienen una capacidad de cociente intelectual menor a 20. Esto implica un cuidado de forma permanente y la tasa de supervivencia es muy baja, ya que suele aparecer acompañada de problemas neurológicos, entre otros. Sus habilidades motoras son limitadas y su capacidad comunicativa es bastante baja o inexistente.
Tratándose de condiciones que se presentan de formas distintas, en algunas personas con discapacidad intelectual se pueden presentar aspectos relacionados con la discapacidad motriz, por lo que es necesario reconocer que cada paciente es único en su situación y en la forma como se relaciona según sus avances y dificultades que tenga.
Por ejemplo, algunas personas con discapacidad intelectual desarrollan discapacidades sensoriales las cuales provocan un déficit en sus sentidos visual (limitando su capacidad por lo que deben lentes con mayor corrección, algunos tiene dificultades para reconocer tipos de contornos y colores, con una visión limitada para distinguir objetos, necesitando de espacios con mayor luz y llevar lentes con una gran corrección , o quienes llegan a la ceguera total), auditivo (cuando la pérdida del oído es leve, moderada o total) y la capacidad de hablar que se origina a partir de la audición, por lo que algunos pacientes son sordos, tienen una deficiencia total o profunda, o quienes son hipoacúsicos, su sordera es parcial, por lo que requieren de aparatos que amplifiquen los sonidos.
La discapacidad auditiva aparece como invisible, ya que no presenta características físicas que la hagan evidente ante los demás. Se hace notoria fundamentalmente por el uso del audífono y en las personas que han nacido sordas o han adquirido la pérdida auditiva a muy temprana edad, por la forma como hablan.
Autismo: El autismo es un trastorno que se manifiesta antes de los tres años de edad y se caracteriza por alteraciones en el desarrollo de las relaciones sociales y de la identificación con los demás (aislamiento, incapacidad de comprensión de las demandas sociales, falta de contacto visual), en la comunicación verbal y no verbal (ausencia de comunicación o pobreza de lenguaje, empleo estereotipado y repetitivo del lenguaje) y en la imaginación y creatividad (falta de juego imaginativo),aunque sus causas aún no son muy claras, varios autores sostienen que son orgánicas producto de infecciones congénitas, anomalías genéticas y cromosómicas, lesiones cerebrales o alteraciones metabólicas, aunque desde otros estudios se afirma que se trata de cuestiones psicológicas (su desarrollo emocional queda perturbado por el ambiente familiar).
En el 2001, la OMS en su nueva Clasificación de Funcionamiento, Discapacidad y Salud, incluyó que las personas con autismo pueden ser consideradas oficialmente como personas con discapacidad, aunque al igual que otros tipos, en el autismo se presentan clasificaciones según cada paciente, algunos se desempeñan individualmente, llevando sus vidas habituales, mientras que para otros, los avances pasan por supervisión y terapias que hagan parte de sus procesos de vida.